Deberes
Los deberes, la cantidad de ejercicios y actividades que los estudiantes debemos hacer fuera del horario escolar, constituyen un grave peligro para el tiempo de ocio, la vida social y horas de descanso de los jóvenes de hoy. Aquellos profesores que los exigen y que los promueven como una forma de reforzar el estudio y ayudar a los estudiantes, no son conscientes del gran daño que están causando en la forma de relacionarse de la juventud. Los deberes representan una invasión del estrés en la vida de los estudiantes.
No es necesario profundizar demasiado en cuanto a mayorías y minorías: mientras que más de un 70% de los profesores opinan que la realización de deberes fuera del horario escolar es beneficioso para el alumno, más del 70% de los alumnos piensan que la realización de estos es perjudicial y no lleva a ningún tipo de fin beneficioso en el futuro.
La triste realidad es que los deberes son principalmente una serie de tareas inservibles e inútiles, que nada más sirven para arrebatarnos tiempo de ocio y descanso simplemente para que, en el mejor de los casos, sean corregidos rápidamente, por encima, al día siguiente.
Y no me valgo de ningún tipo de técnica de persuasión para hacer que conozcáis la cantidad de perjuicios que conlleva realizar este trabajo extra, sino simplemente en hechos y estudios de comportamientos y situaciones de los estudiantes de hoy en día.
El mayor de los inconvenientes es la cantidad de tiempo que los deberes le roban al estudio de otras asignaturas, por lo que la gran mayoría de las veces, una tarde de estudio se ve reducida a una o dos horas, amedrentada por la montaña de trabajos, ejercicios y demás tareas que nos esperan al otro lado del escritorio.
Así, y como consecuencia de lo anterior, llegamos a otro gran inconveniente que agranda las razones para estar en contra de los deberes. Estamos hablando del sueño: las horas de dormir. Si los médicos aconsejan a los estudiantes dormir un mínimo de ocho horas para rendir al día siguiente en clase y para, en definitiva, vivir bien, a causa de la tarea acumulada debemos permanecer hasta altas horas de la noche hasta acabar todo lo que teníamos que hacer esa misma tarde, por lo que la gran mayoría de las veces, hemos de dormir entre cinco y seis horas, y algunas de ellas dando vueltas en la cama abrumados y agobiados por lo que nos puede deparar el día de mañana.
Otra enorme desventaja que viene en el mismo paquete es el no poder escaparnos un rato a la calle, por lo que en la actualidad, las personas que queremos estudiar, somos animales enjaulados, enjaulados en una habitación, con un bolígrafo en la mano, sobre un papel en blanco, con un trabajo de Lengua a la izquierda de nuestra mesa y con un libro de Historia al otro lado, del cual tenemos que resumir varios largos temas.
Ligadas con lo recién mencionado van las relaciones sociales, lo que engloba nuestra vida social. Lo que antaño era salir a la calle con los amigos, jugar al fútbol, baloncesto o a las muñecas con ellos, dar paseos, ir al cine, charlar, etc., ahora se ve reducido a hablar con nuestras amistades de una forma fría y distante, unos escasos minutos, a través de Internet, lo que ha convertido a esta nuestra sociedad, en una sociedad egoísta, egocéntrica e inconformista, que ya no conoce ni la forma de divertirse y que está perdiendo el verdadero significado de lo que es amistad verdadera.
Todo ello, unido y ensamblado, hace que el estudiante de hoy, en el mañana tenga problemas en el trabajo, sufra estrés, enfermedades nerviosas, depresiones, problemas de insomnio y otra serie más de dificultades que, como si de un efecto dominó se tratara, van dándose lugar las unas a las otras.
Es por esto, y por mucho más, por lo que desde mi punto de vista y como conclusión, los deberes deberían hacerse en el horario escolar y no fuera de las clases, para así dedicar las tardes al estudio y preparación de exámenes, disfrutar de un baño de sol en la calle mientras hablamos con nuestras amistades, nos relajamos leyendo el libro que nos plazca, escuchando la música que nos apetezca, o viendo la película que nos guste y, para finalizar, concluir con ocho horas de merecido descanso sin preocuparnos por lo que pueda pasar al día siguiente si nuestros deberes están mal hechos o si nuestros trabajos serán adecuados.
No es necesario profundizar demasiado en cuanto a mayorías y minorías: mientras que más de un 70% de los profesores opinan que la realización de deberes fuera del horario escolar es beneficioso para el alumno, más del 70% de los alumnos piensan que la realización de estos es perjudicial y no lleva a ningún tipo de fin beneficioso en el futuro.
La triste realidad es que los deberes son principalmente una serie de tareas inservibles e inútiles, que nada más sirven para arrebatarnos tiempo de ocio y descanso simplemente para que, en el mejor de los casos, sean corregidos rápidamente, por encima, al día siguiente.
Y no me valgo de ningún tipo de técnica de persuasión para hacer que conozcáis la cantidad de perjuicios que conlleva realizar este trabajo extra, sino simplemente en hechos y estudios de comportamientos y situaciones de los estudiantes de hoy en día.
El mayor de los inconvenientes es la cantidad de tiempo que los deberes le roban al estudio de otras asignaturas, por lo que la gran mayoría de las veces, una tarde de estudio se ve reducida a una o dos horas, amedrentada por la montaña de trabajos, ejercicios y demás tareas que nos esperan al otro lado del escritorio.
Así, y como consecuencia de lo anterior, llegamos a otro gran inconveniente que agranda las razones para estar en contra de los deberes. Estamos hablando del sueño: las horas de dormir. Si los médicos aconsejan a los estudiantes dormir un mínimo de ocho horas para rendir al día siguiente en clase y para, en definitiva, vivir bien, a causa de la tarea acumulada debemos permanecer hasta altas horas de la noche hasta acabar todo lo que teníamos que hacer esa misma tarde, por lo que la gran mayoría de las veces, hemos de dormir entre cinco y seis horas, y algunas de ellas dando vueltas en la cama abrumados y agobiados por lo que nos puede deparar el día de mañana.
Otra enorme desventaja que viene en el mismo paquete es el no poder escaparnos un rato a la calle, por lo que en la actualidad, las personas que queremos estudiar, somos animales enjaulados, enjaulados en una habitación, con un bolígrafo en la mano, sobre un papel en blanco, con un trabajo de Lengua a la izquierda de nuestra mesa y con un libro de Historia al otro lado, del cual tenemos que resumir varios largos temas.
Ligadas con lo recién mencionado van las relaciones sociales, lo que engloba nuestra vida social. Lo que antaño era salir a la calle con los amigos, jugar al fútbol, baloncesto o a las muñecas con ellos, dar paseos, ir al cine, charlar, etc., ahora se ve reducido a hablar con nuestras amistades de una forma fría y distante, unos escasos minutos, a través de Internet, lo que ha convertido a esta nuestra sociedad, en una sociedad egoísta, egocéntrica e inconformista, que ya no conoce ni la forma de divertirse y que está perdiendo el verdadero significado de lo que es amistad verdadera.
Todo ello, unido y ensamblado, hace que el estudiante de hoy, en el mañana tenga problemas en el trabajo, sufra estrés, enfermedades nerviosas, depresiones, problemas de insomnio y otra serie más de dificultades que, como si de un efecto dominó se tratara, van dándose lugar las unas a las otras.
Es por esto, y por mucho más, por lo que desde mi punto de vista y como conclusión, los deberes deberían hacerse en el horario escolar y no fuera de las clases, para así dedicar las tardes al estudio y preparación de exámenes, disfrutar de un baño de sol en la calle mientras hablamos con nuestras amistades, nos relajamos leyendo el libro que nos plazca, escuchando la música que nos apetezca, o viendo la película que nos guste y, para finalizar, concluir con ocho horas de merecido descanso sin preocuparnos por lo que pueda pasar al día siguiente si nuestros deberes están mal hechos o si nuestros trabajos serán adecuados.
3 comentarios
Anónimo -
=)
Gustavo Adolfo Bécquer -
alex -